Un gordo, una primitiva y unos ciegos en blockchain

loteria blockchain

Ayer fue el Sorteo Extraordinario de Navidad del órgano oficial español, Loterías del Estado; el sorteo del Gordo, vaya. Si eres español (y si no a lo mejor también), seguro que sabes de qué te hablo y que tu memoria atesora momentos indelebles asociados a esta entrañable, o rancia, como quieras, tradición. No, no me tocó nada. Ni la pedrea. Ni el reintegro. Nada.

Se me ocurrió que podría llegar la hora de darle una vuelta de tuerca. Una vuelta de cadena, más bien… No tengo nada en contra de toda la parafernalia tradicional y anecdótica que rodea este sorteo, pero ¿qué pasaría si se aplicara la tecnología blockchain al sorteo de Navidad? A toda la actividad de las loterías, apuestas y sorteos estatales y públicos, en realidad…

imagen chica bingo

La idea ya se le ha ocurrido a otros antes. Cómo no. Ahí tenemos a Kibo o a Fire Lotto, dos de las plataformas pioneras en construir un servicio de loterías basadas en la tecnología blockchain. No he buscado más, pero seguro que hay un montón. Cada una con su propio sistema de tokenización, verificación, distribución de premios… pero con un enemigo común: el prestigio de las loterías tradicionales.

Nada más que ventajas

Bromas aparte, sería un golpe muy interesante al blanqueo de capitales. No sé si lo sabes, pero decir que te ha tocado la lotería es una de las formas más frecuentes de blanquear dinero. Busca en Google, busca. Una lotería basada en un sistema blockchain permitiría registrar de forma completamente segura cualquier premio y poder justificar así de forma fiable si ha habido suerte o no.

También se facilitaría enormemente el cobro de los premios y el control fiscal de los mismos. De hecho, podría automatizarse. Las leyendas urbanas como “conozco a un tipo que con la alegría de enterarse tiró la chaqueta a la chimenea del alto horno en que trabajaba… ¡con el boleto dentro!” quedarían relegadas a las neblinosas memorias de los más viejos de la tribu.

Ah, y no hemos dicho lo que quizás debiera ser lo más obvio: la imposibilidad de que los sorteos, del género que sean, puedan trucarse. Sustituimos las bolitas por la generación de números aleatorios comprobables por todos los participantes y punto. De hecho, siempre se me ha hecho curioso que las loterías públicas no estén trucadas. Espera… Ah, la sospecha…