Todos estamos más o menso de acuerdo en que la implementación de una infraestructura empresarial apoyada en la tecnología blockchain requiere la participación de diferentes entidades públicas y privadas, técnicas y administrativas, en los terrenos económico, legal y social. La Comunidad de Madrid ha dado un paso adelante en ese sentido.
Así lo anunciaba la comunidad a través de su presidenta, que destinará aproximadamente un millón y medio de euros para la creación de cuatro clústers de desarrollo tecnológico en el municipio, uno de ellos centrado en la tecnología de las cadenas de bloques (los otros tres girarán en torno a transformación digital, inteligencia artificial e internet de las cosas).
Las expectativas son exigentes, porque el objetivo, según han manifestado los responsables políticos implicados, es “convertir Madrid en el nodo digital del sur de Europa”. Una meta sin duda ambiciosa que, si bien no depende únicamente de este tipo de inversiones, ni que decir tiene que desde luego ayudan, y mucho.
Intereses económicos, pero también sociales
El gobierno madrileño ve como deseables (y en realidad como una necesidad) los avances en la dirección hacia la implementación de una identidad digital o hacia una tokenización de la huella de carbono de personas y organizaciones, por mencionar dos casos de uso de la DLT con un impacto social positivo, real e inmediato.
En un sentido más práctico, este tipo de clústers son una oportunidad de oro para atraer mano de obra cualificada, generar empleo indirecto y consolidar los proyectos empresariales disruptivos de las decenas de startups que afloran en esta región española, y que encuentran grandes dificultades para afianzarse de manera sólida a medio y largo plazo.
Las cadenas de bloques (es decir, los desarrollos asociados) se llevarán aproximadamente medio millón de euros, dos tercios de los cuales irán dirigidos a acelerar proyectos embrionarios basados en DLT, mientras que el resto servirá para respaldar proyectos ya en marcha con una propuesta de valor para mejorar la vida cotidiana de la ciudadanía.
Las preguntas que surgen ahora son las habituales en estos casos. ¿Se hará efectiva la inversión más allá del papel? ¿Es un esfuerzo suficiente? ¿Cuál será su impacto real en la economía y la sociedad madrileñas? Como suele ocurrir, habrá que tener paciencia y estar al tanto de las evoluciones de la medida a lo largo de 2022.