Aquellas personas involucradas o al menos interesadas, en mayor o menor grado, en la tecnología blockchain son perfectamente conscientes de las diferencias entre la DLT (la tecnología de la contabilidad distribuida en un sentido estricto) y las criptomonedas, siendo estas una “simple” puesta en práctica de dicha tecnología.
No obstante, para el gran público la diferencia no es todavía tan evidente como cabría imaginar. El boom de las criptomonedas, en el que todavía estamos inmersos, no nos deja ver de forma clara la tecnología que sustenta el impresionante volumen de negocio que envuelve las criptotransacciones.
Este artículo publicado recientemente en La Vanguardia, que hace un eficaz repaso “desde fuera” de la situación actual del panorama blockchain y cripto, nos sirve como excusa para tomar un poco de distancia y poder hacer un par de reflexiones acerca de cómo se ve la tecnología blockchain actualmente y hacia dónde se dirige.
La tecnología detrás de las criptomonedas
Lo primero es señalar que, evidentemente, el bullicio especulativo generado en torno a los cientos de criptomonedas aparecidos en los últimos años eclipsa completamente la tecnología subyacente que las hace posibles.
Es decir, que “todo el mundo” ha oído ya hablar de bitcoin y mucha gente está al tanto de que existen muchas otras criptomonedas, pero no entendemos plenamente los distintos tipos que existen, qué es la DLT o qué es una blockchain.
Parece que el alboroto provocado por Libra, la criptomoneda de Facebook, ha servido tanto para dar a conocer el concepto a un público muy amplio y ha animado un mercado sumamente volátil y especulativo, como es el de las criptodivisas.
Las mareantes cifras de negocio llevan al público medio a pensar que la tecnología blockchain (sea lo que sea) tiene aplicación principalmente en el sector llamado fintech (tecnología de las finanzas, si nos ponemos castizos).
El artículo de La Vanguardia explica también que los sectores de inmobiliaria y logística también la están usando afanosamente (y en las áreas de seguros, salud y administración). Se da la cifra de 2500 millones de euros de inversión en la tecnología blockchain en 2019, y se atreve a pronosticar otra para 2023: 16000 millones.
Lo que se señala, con gran agudeza, como la cuestión central de los próximos años para la implantación de la tecnología de forma generalizada es la de la estandarización. Los lectores del blog sabemos que es un tema candente, tratado en congresos como el de SUMA 2019 o foco central de atención de instituciones tan importantes como Alastria.
Realmente, desde La Vanguardia hacen un retrato sencillo pero acertado. Hay una tecnología rompedora con un impacto próximo y de gran calibre, eclipsada (o dada a conocer tangencialmente, según se vea) por un único caso de uso, el intercambio de criptomoneda; esa tecnología se encuentra ante el reto mayor de la estandarización. ¿Cómo será el año próximo?