Blockchain, IA e IoT, condenadas a entenderse

Sin duda, las virtudes de la tecnología de las cadenas de bloques son muchas y consistentes. Su sistema de verificación y registro descentralizado y compartido, su sellado temporal, sus pruebas de trabajo y lo accesible de su programación en código abierto hacen que cualquier tipo de transacción sea mucho más segura, rápida y barata. Pero la cosa, que ya de por sí abre un mundo de posibilidades, va a más.

Y es que cualquier análisis del futuro del “mundo encadenado” será incompleto y miope sin tener en cuenta los dos otros pilares tecnológicos sobre los que va a sostenerse: la IA (inteligencia artificial) y la IoT (la internet de las cosas). Cuando estas tres bestias se junten de verdad se producirá la tormenta perfecta.

Así, en la confluencia de estas tres tecnologías (que aunque existen y quien más o quien menos ha oído hablar de ellas, están por así decirlo en pañales) se basará el futuro no de la tecnología de vanguardia, sino de los aspectos más prosaicos y simples de nuestra vida cotidiana.

Un trío que funciona muy bien

Microdefiniciones rápidas para saber de qué hablamos:

  • IA: La inteligencia artificial vendría a ser la serie de procesos intelectuales que consideramos humanos (aprender, plantear hipótesis, resolver problemas, tomar decisiones) pero desarrolladas por máquinas.
  • IoT: La internet de las cosas es la conexión de todo tipo de objetos cotidianos con internet mediante un dispositivo de análisis y gestión de datos.

Si la blockchain aporta el cómo, el músculo, el método, la IA aporta el por qué, el cerebro, la causa, y la IoT todo lo demás, la materia prima, la esencia. En cualquier proceso transaccional futuro habrá una inteligencia artificial que ponga en marcha dicho proceso y una cadena de bloques que lo llevará a efecto, mientras que diversos objetos hacen lo que se les dice y como se les dice.

¿Ejemplos? Aquí hay uno estupendo. Otro: el más clásico es el del “cerebro” domótico de tu casa ordenando a la nevera que haga la compra cuando considere que haga falta (a un robot-carrito un vehículo autónomo del e-supermercado del futuro, claro). Usa tu imaginación y pronto descubrirás muchos otros posibles ejemplos. Y si no, espera una decena de años y lo verás…