La tinta de la noticia está todavía fresca: el 10 de octubre, la NSF (la Fundación Nacional de Ciencias estadounidense) ha otorgado una subvención cercana al cuarto de millón de dólares a la compañía SimplyVital Health para investigar y desarrollar la integración de distintos protocolos blockchain en el ámbito sanitario. Así figura en la nota de prensa de la compañía.
Parece una noticia más en el maremágnum de información sobre las cadenas de bloques que crece día tras día. Pero no lo es. ¿Por qué? Porque toca de cerca dos cuestiones fundamentales en el futuro próximo de la tecnología blockchain. Por un lado, la aplicación de la DLT en el sector de la sanidad. Y por otro, más importante todavía, la interoperabilidad entre distintas cadenas de bloques.
Todos estamos al tanto de que la interoperabilidad y la estandarización de lenguajes es uno de los mayores desafíos técnicos que la tecnología blockchain encara hoy por hoy. Desde la perspectiva del medtech, el acariciado proyecto de un acceso facilitado por blockchain a los datos e historiales médicos de los pacientes/clientes parece una promesa alcanzada.
¿Un eslabón perdido? Es algo más complicado…
SimplyVital Health es una empresa del ámbito sanitario especializada en la gestión de la atención sanitaria en un sentido amplio, ofreciendo productos tecnológicos que sirven de punto de apoyo a distintas entidades: sistemas públicos de salud, proveedores privados, aseguradoras, hospitales, pacientes…
Hasta ahí todo normal. Lo interesante es su empleo de la tecnología blockchain para el registro y auditoría de expedientes médicos, de acuerdo a la normativa federal norteamericana, empleando la arquitectura de Nexus. Más interesante todavía: están integrando el protocolo Graphene (otra blockchain) en su Nexus, dando todo un ejemplo de interoperabilidad aplicada.
Nexus es la arquitectura básica, y el protocolo de Graphene mejorará el rendimiento de esa arquitectura redistribuyendo los bloques en diversos nodos. Así, la red constituida por SVH genera confianza y valor para todos los miembros de esa red, facilitando transacciones de datos totalmente seguras y trazables, abaratando enormemente los costes.
No es extraño que la prestigiosa NSF haya dado su respaldo moral y su apoyo económico a un proyecto que va mucho más allá de generar mayores lucros a una compañía de medtech y sus asociados (que no es poco). Es todo un puñetazo en la mesa que viene a confirmar que la interoperabilidad, al margen de la estandarización de los distintos códigos blockchain, es posible.