Una de las primeras cosas que se escuchan cuando hablas de criptodivisas con alguien, aparte del pelotazo que han dado en el último año, es que las altcoins, desde el BTC a la última criptodivisa, son de uso generalizado en negocios turbios, como el tráfico de armas o la financiación de grupos terroristas.
La idea de que toda acción ilegal o fraudulenta de cierto peso y organización tiene su base económica en las criptodivisas se ha extendido en los últimos años como… como algo que se extiende rápido y fácil. Si quieres un riñón de contrabando, un par de kilos de droga o darle una ayudita a la Yihad, te metes en la darkweb, tiras de criptomonedero y listo.
Pues nada más lejos de la realidad, según se desprende de al menos tres informes generados en los últimos meses, según indican desde Criptonoticias, el portal de actualidad del ramo: uno de la Unión Europea, otro del RUSI británico y otro de Yaya Fanusie, exanalista de la CIA. Parece que los malos prefieren el metálico para pagar y cobrar sus villanadas.
Los terroristas prefieren cash; para el blanqueo, ya es otra cosa…
Todos los informes señalan varias causas. La principal es que, si bien las transacciones basadas en blockchain están poderosamente encriptadas, nada como el metálico en cuanto a anonimato se refiere. La otra razón importante se aplica específicamente para los casos de yihadismo; aunque estas organizaciones terroristas se interesaron mucho por la financiación via criptodivisas, encuentran dificultades para usarlas en sus regiones de asentamiento por la escasez de infraestructuras.
En todo caso, quedan espacios para la especulación. El propio Yaya Fanusie, hoy a sueldo de una fundación privada, advertía cuando todavía trabajaba en la CIA todo lo contrario, que el terrorismo se volcaba en divisas como Monero para operar y recibir donativos. Por otro lado, cierto rastreo es posible, especialmente en ecosistemas públicos, como bien sabemos.
En todo caso, parece que el principal empleo fraudulento de las criptomonedas es el del blanqueo de capitales. O sea, gente con dinero sucio compra altcoins y recupera la inversión en moneda fiduciaria completamente limpia. Es una delincuencia también dañina a la que no se pone coto. Y eso que cierto rastreo es posible. Pero me parece a mí que a ese gato casi nadie tiene prisa ni ganas de ponerle ningún cascabel…