A finales del mes pasado (o sea, septiembre de 2021) empezó a verse por todas partes (ya sabemos cómo son las agencias) una noticia impactante. El minado de criptomoneda genera una cantidad ingente de residuos electrónicos. Ingente quiere decir enorme, descomunal, gigantesca. Siempre amigos de las analogías, los medios indican que cada transacción de bitcoin genera la misma basura que desechar dos iPhone 12 Mini.
Eso quiere decir, en realidad, 272 gramos de desechos electrónicos según la cuenta que sacaban en este artículo, que fue el que levantó la libre. Esto viene a unirse a lo que ya sabíamos acerca del consumo eléctrico (o sea, de recursos, con su consiguiente huella de carbono): el minado de criptomoneda equivale, siguiendo con las comparanzas, al del consumo de un país como Argentina (o sea, en el top 30 mundial).
Vale, es el momento de pararse un instante y pensar, porque el tema es preocupante de veras. ¿A dónde nos lleva todo esto? ¿Cuáles son las razones? ¿Existe una solución viable? Ya te advertimos que no es un tema sencillo y hay diversas opiniones en liza; pero desde luego nos parece claro que, por enamorados que estemos de la tecnología blockchain, no debemos pasar por alto esta faceta del fenómeno.
¡Precipicio! ¿Levantamos el pie o pisamos a fondo?
El tema es complicado, porque hay varios aspectos a tener en cuenta (en este texto te lo explican claro, rápido y bien). Por un lado, está claro que los consumos y la generación de deshechos son exagerados, y en buena parte de sebe a la propia estructura competitiva del minado de tipo bitcoin, que exige esfuerzos computacionales cada vez mayores y equipos a la última.
Por otro lado, no está claro si el modelo sería más o menos pernicioso que el bancario tradicional, o qué ocurriría si el uso se hiciera realmente masivo. También se alega que podría ser el motor definitivo para el despegue de las energías verdes. Flaco consuelo cuando lo que está ocurriendo en realidad es una duplicación de actividades y una loca carrera hacia delante.
Ya, ya sé que solemos dejar estas cosas al santo Mercado, pero a lo mejor es cuestión de aplicar un poquito (bueno, un muchito, más bien) de pensamiento estratégico para decidir si todo este esfuerzo que parece acercarnos aún más al precipicio climático puede servirnos para saltarlo o no. Pero rápido, que no hay mucho tiempo…
Lo que desde luego nadie se plantea es parar motores à la Tayler Durden. Allá nosotros. Ya vendrá el tío Paco con la rebaja. Y no creo que nos la cobre en cripto.