Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, que decía el filósofo. Seguro que hay otro por ahí que decía que una herramienta no es ni buena ni mala; dependerá de la mano que la use. Y si no lo decía, debería haberlo dicho. Bueno, a lo que vamos: Cardano mola, pero tiene (como todo) una cara oscura.
Para los que no sepan qué es Cardano (difícil, a estas alturas del partido), pueden encontrar una buena primera aproximación en este texto anterior de nuestro blog. Y también, para qué negarlo, una exposición de mis simpatías personales por el proyecto de la gente de Hoskinson, que creo que tiene mucho que ofrecer para mejorar la implementación de los desarrollos DLT (en especial en los ámbitos públicos y gubernamentales).
Pero eso no quita que haya prácticas y movimientos censurables, muy censurables, en el seno de IOHK (la empresa detrás del proyecto). Me refiero en especial a su compromiso con el gobierno de Etiopía para ayudar a sacar al país de la crisis humanitaria que está viviendo, tal y como comenta Pete Howson en este interesante artículo.
Criptocolonialismo y otras lindezas
El proyecto data en realidad de dos o tres años atrás, cuando Cardano inició conversaciones con varios países africanos para implementar una blockchain de registro, identificación y trazado de historiales académicos de estudiantes, como podemos leer aquí. Ahora el proyecto crecerá en dirección a sistemas de pago DeFi y la prestación de servicios públicos.
Bueno, ¿y dónde está el problema? Parece un gesto muy loable, así de lejos. Pero una cosa es ver las potencialidades positivas de la tecnología blockchain y otra imaginar que todo el campo es orégano. O sea, que tras los desarrollos tecnológicos basados en DLT hay almas caritativas que buscan el bien de la humanidad. Lo que hay es negocio puro y duro.
Bienvenidos al concepto de criptocolonialismo, que autores como Howson llevan años desarrollando e identificando en las prácticas de las empresas del sector blockchain. La idea se basa en el capitalismo del desastre, como lo llamó Naomi Klein; o sea, que las empresas buscan las situaciones catastróficas como ocasiones de negocio.
Es lógico, hay más margen de lucro. ¿Habrían de comportarse las empresas del ámbito blockchain de manera diferente a las empresas digamos convencionales? La experiencia humana nos lleva más bien al “piensa mal y acertarás”. De hecho, empezamos a poder mencionar una buena colección de casos ejemplares; el de Cardano en África es sencillamente el último, y tal vez uno de los más decepcionantes.