Aún no se había enfriado del todo este texto sobre la pujanza de la propiedad intelectual como sector económico en Europa, cuando CEDRO lanzaba la noticia: acababa de crear un registro de certificación para la utilización secundaria de su repertorio. Un caso de libro en el uso de las virtudes inherentes a la DLT. Este artículo de Cayetana Andión nos ha puesto sobre la pista.
CEDRO es la asociación autorizada por el Ministerio de Cultura español para defender los derechos intelectuales de autores y editores de todo tipo de publicación, en todo tipo de soporte. Más específicamente, velan porque la utilización secundaria de una publicación (reproducción, distribución y similares) respete los derechos de los autores.
Ahora, la asociación pone a disposición de sus usuarios un servicio de certificación de licencias basado en la tecnología blockchain. Toda licencia concedida (y su pago) quedará registrada en un libro mayor basado en Ethereum. Los licenciatarios que soliciten la reproducción de las obras que deseen podrán remunerar a los autores con completa transparencia y seguridad… por ambas partes.
Un paso más hacia el notariado digital
Los certificados de confianza (cuyo funcionamiento puedes consultar aquí) vendrían a ser “fichas” digitales (en realidad, las condiciones de un contrato inteligente) que recogen un número o valor SALT de identificación, la información del licenciatario, la licencia solicitada, la fecha y vigencia de la solicitud y otros datos útiles.
No es sino un registro, en definitiva, que certifica y asegura el proceso de la manera habitual en las cadenas de bloques: mediante un hash que se añade a la cadena, accesible mediante un código QR y rastreable a través de una interfaz gráfica que “traduce” el contenido y a la que se puede acceder, con un link, desde cualquier explorador externo.
La seguridad jurídica que ofrecen este tipo de herramientas basadas en DLT (hay muchas otras; ahora me acuerdo de KodakOne, por ejemplo) es sin duda el motor de su éxito en todas aquellas facetas de la vida en las que la certificación de una transacción es como poco deseable y, en algunos casos, imprescindible.
Y, una vez más, se muestra que la certificación digital (y, de forma indirecta, la trazabilidad y la identidad digital) ha encontrado en la tecnología blockchain el guante que se adapta perfectamente a las necesidades de acreditación de todo tipo de transacciones e intercambios en un mundo cada día más dinámico y diverso.