Un retrete blockchain recompensa tus heces en criptomoneda

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Parece una de esas noticias de verano, desenfadadas y algo estrambóticas (o una inocentada blockchain); y en cierta medida lo será, pero no porque se aleje un ápice de la realidad. Por otra parte, constituye un ejemplo de libro de un desarrollo basado en blockchain con todo el sentido del mundo y una lógica ambiental aplastante.

Hoy os hablamos de BeeVi, un inodoro ideado en el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología de Ulsan (Corea del Sur) e instalado en algunas residencias del campus, y que parte del ambicioso principio de la monetización de los excrementos humanos. Los usuarios que hagan sus deposiciones en este váter reciben 10 ggool diarios; así queda respondida tu primera pregunta: no, no va a peso.

La idea parece de cachondeo (por no hablar del nombre de la criptodivisa, “mariposa” en coreano), pero la idea no podría ser más brillante. ¿Acaso no se puede emplear el excremento para generar energía? Pues sí, es una excelente fuente de biogás y de estiércol que ya está ayudando a sostener el consumo de los edificios universitarios donde está instalado. Mira, las fuentes, por si todavía no te fías.

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«No cago ahí ni aunque me pagen»; un clásico a repensar…

El valor de la mierda

Los sanitarios BeeVi funcionan con una bomba de vacío que lleva las heces a un depósito colectivo donde es descompuesta por microorganismos. El metano generado ayuda a alimentar la calefacción del edificio, a generar agua caliente sanitaria y una batería de óxido sólido. El desecho resultante… no lo es, porque pasa a ser abono. Un círculo ambientalmente virtuoso.

Pero además, cómo no, se valoriza el excremento de manera digital. Fuera del campus, de cara a su implementación en el mundo real, el incentivo económico se basa en recompensar al usuario en criptomoneda. En el campus, por el momento, el token nativo permite a los estudiantes adquirir bienes dentro del propio campus: menús, material escolar y similares.

El ggool no se puede minar de otra manera que no sea plantando pinos, liberando a Willy, yendo a ver Chicago o cualquier otro eufemismo que se te ocurra para el acto de defecar. Es una verdadera vuelta de tuerca que va más allá de una aplicación ingeniosa de una tecnología; implica aportar valor en un sector, la energía verde, en pleno auge y desde una perspectiva novedosa.

Parece ser que cada persona deja a BeeVi un regalito de unos 500 gramos diarios de media para generar unos 50 litros de gas metano; que es como decir que entrega una potencia 0.5kWh. Los estudiantes dicen que ya ven sus excrementos de una manera diferente. Es el valor de la mierda.