Bitnation; las naciones digitales basadas en blockchain

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Corría el año 2014 y la tecnología blockchain no significada prácticamente nada para casi nadie. No obstante, Susanne Tarkowski Tempelhof fue una de las pocas que supo ver más allá. Se convirtió en la cabeza pensante de Bitnation, la primera nación voluntaria descentralizada sin fronteras. O sea, una especie de Estado virtual del que puede ser ciudadano todo aquel que quiera. Intrigante, ¿verdad?

Bitnation es técnicamente una plataforma online llamada Pangea, y también una aplicación. Hasta aquí, todo claro. Esa plataforma permite a sus usuarios almacenar datos en una cadena de bloques y desarrollar aplicaciones. También, fácil de entender. Cuenta con su propia criptomoneda, llamada XPAT. De nuevo, nada del otro mundo. Lo que hace especial al ecosistema Bitnation es su aspiración a convertirse en una jurisdicción legal propia, basada básicamente en personas que acatan dicha legalidad.

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¿Qué significa eso? Pues que los ciudadanos “bitnacionales” ejecutan contratos inteligentes entre ellos siguiendo el sistema blockchain de la prueba de trabajo (POW, proof-of-work) y basándose en la reputación como principal elemento de cohesión. Así, compran y venden, registran propiedades ante un notariado virtual, pero también celebran cualquier acto jurídico en el que estén de acuerdo sin necesitar una autoridad superior que lo legitime.

Bitnation desafía la noción de ciudadanía tradicional

Es difícil darse cuenta de lo que eso significa si partimos de los parámetros tradicionales de Estado. En Bitnation no hay líderes formales. Se incentiva la iniciativa individual para todo, desde crear micronaciones hasta formalizar acuerdos económicos colaborativos. Se administra justicia y se emiten identidades legales (como ocurrió en 2015 con muchos refugiados sirios). Se pone a prueba, en una palabra, la gobernanza tal y como la conocemos.

¿Se siente un tufillo libertario o anarquista? Sin duda. Pero los que crean que Bitnation va de amor libre, cerveza fría y aprovechar los deshechos del sistema, se equivocan. Se reconocen criptoanarquistas, pero asumiendo al mismo tiempo grandes niveles de responsabilidad personal. Como dijo recientemente su embajador para América Latina, no se trata de reiniciar el sistema, sino de proponer un nuevo sistema operativo.

Hay certificados de nacimiento, embajadas y unos 15000 ciudadanos registrados. Huelga decir que capacidad efectiva, lo que se dice efectiva, tiene poca. Podemos quedarnos en lo anecdótico, pero la idea subyacente de asociarnos y gobernarnos según nuestra libre voluntad es un paso más, casi lógico, en las aspiraciones de libertad política del ser humano. Es un camino que otros están siguiendo y muchos más seguirán en el futuro.