Los tokens no fungibles son el penúltimo grito en tecnología blockchain y criptoinversión. La gente se está dando de bofetadas por comprar los “momentos” de TikTok, el último tuit del ricachón mediático de turno, algún ítem virtual en algún metaverso o las obras de arte de los artistas más conceptuales y más vanguardistas.
Nada en contra, cada uno que se gaste las perras en lo que quiera o pueda. Pero los NFT van más allá, en el sentido de estar convirtiéndose en una realidad consolidada que puede cambiar nuestros horizontes financieros y de consumo de forma radical. En ese sentido, los inicios son siempre memorables.
Es lo que deben de haber pensado en el Museo del Turismo de la Casa Botines de León, que alberga en sus salas el primer NFT turístico español. Se trata de un acuerdo entre diferentes cadenas hoteleras españolas para la promoción activa de una transformación digital y sostenible del sector en España.
Como la Constitución americana (salvando las distancias)
A lo mejor esto merece una explicación un poco más amplia (al que suscribe, al menos, le ha hecho falta). La cosa es así: ocho cadenas hoteleras realizan el acuerdo-alianza que mencionábamos antes; ese acuerdo se recoge en un documento, ese documento se convierte en un token no fungible y se pone a la venta; y el Museo del Turismo expone una copia física en sus vitrinas.
El valor del documento para el Museo es su carácter pionero en la industria turística española. No obstante, y para ser honestos, es difícil decir si lo relevante es el acuerdo en sí (y el documento se convierte en un icono) o la tokenización del mismo (por la novedad que supone). También podría tratarse, simple y llanamente, de dar un poquito de promoción al acuerdo, a los firmantes y al propio museo…
Desde luego, por el dinero no lo han hecho. El token salió a subasta en la plataforma Rarible en febrero de 2020 (aquí lo tienes) y, en el momento en que escribimos esto, su valor es de 0.05 wETH (al cambio actual, 196 dólares estadounidenses), con una sola puja. O sea, que si por lo que sea adoras este tipo de cosas, resulta todavía bastante asequible.
Lo que tenemos en el Museo del Turismo es una réplica física, carente de todo valor… Bueno, eso depende, claro. A ver ahora cómo le explicamos a cualquiera ajeno a este mundo que el NFT vale x y el papel no. Al fin y al cabo, ambos son objetos únicos, y el segundo, por lo menos, sirve para… bueno, para lo que suele servir el papel…