El token no fungible, la nueva revolución en blockchain

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Estamos en plena efervescencia bitcoin cuando los más avezados ya empiezan a mirar para otra parte con cara de estar de vuelta de todo; pronto estaremos todos como locos con el token no fungible. Ya está en la radio generalista. ¿Qué es el TNF, qué tiene de especial y por qué va a generar una nueva ola especulativa?

Para los más familiarizados con la tecnología blockchain no es tanta novedad, o no lo es en absoluto. Ya se estableció como tendencia nada menos que en 2019 (por entonces con poco mercado e implantación en la industria). El año pasado os explicábamos la diferencia con el token fungible, el de toda la vida. Vaya, que son los de los CryptoKitties.

Para entendernos: los TNF son coleccionables. O sea, son bienes digitales únicos y/o escasos, cuya identidad y propiedad se certifican mediante tecnología blockchain. Más exactamente, mediante el protocolo ERC-721 de Ethereum en Solidity (si bien recientemente ha aparecido el ERC-1155 y la semifungibilidad, que los hace divisibles y mutuamente intercambiables; pero eso es otra historia).

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Cromos de cosas y momentos, pero en internet

El ámbito del arte es uno de los pioneros en el desarrollo de los casos de uso de TNF. Es el vehículo perfecto para comercializar un bien intangible como una obra digital (sea imagen, sonido, happening o vaya usted a saber). También para certificar la propiedad intelectual sobre un bien, garantizando el pago de royalties en cada transacción que implique ese bien. Es la magia blockchain.

Cómo no, puestos a monetizar, el ser humano del siglo XXI no tiene rival. Así que ya se están vendiendo mediante TNF no solamente tuits, como podíamos leer en el primer link del artículo, sino también “momentos”. Que les pregunten a los de NBA TopShots, que comercializan cromos en movimiento.

Pero claro, la cosa no se queda ahí. Hace nada hablábamos de Decentraland, un espacio mundo virtual metaforizado en forma de lotes de terreno donde puedes desarrollar tus inquietudes e ideas de negocio. Pues esos lotes son TNF: puedes comprarlos o venderlos, y aunque haya muchos, el tuyo es el tuyo.

Los TNF tienen utilísimas aplicaciones en cuestiones de identidad digital, propiedad intelectual y compraventa de bienes únicos (tanto de bienes físicos como virtuales). Y también otras, más lúdicas pero no menos lícitas y atractivas, en la amplia familia del coleccionismo. Y otras más, basadas en las ilusiones extraordinarias y la locura de las multitudes. Dicho queda.