Que las fronteras son más difusas que nunca (y más en el universo digital), eso lo sabemos. Así, no es de extrañar que surjan iniciativas a priori inesperadas entre autoridades de las cuatro esquinas del globo terráqueo: sin embargo, ¿te esperabas una alianza blockchain entre Hungría y Tailandia? ¿A que no? Pues sí.
A finales del pasado mes de octubre de 2022 se anunciaba en distintos foros el acuerdo de cooperación entre la Thai Fintech Association y la Hungary’s Blockchain Coalition, respaldados por sus respectivas autoridades económicas nacionales, para promover el desarrollo de soluciones financieras basadas en la tecnología blockchain; para compartir experiencias y explorar áreas de aplicación, en sus propias palabras.
Esas experiencias y áreas irían desde el establecimiento de relaciones entre empresas de ambos países a la colaboración, en cuanto a expertise se refiere, en la creación de monedas nacionales digitales, un ámbito siempre interesante para cualquier gobierno, en el que Tailandia está avanzando a marchas forzadas.
Alineados en lo esencial
El punto de partida, que no podía faltar, está presente: un buen entendimiento entre ambos países, y una perspectiva común en cuanto a la cuestión de las criptodivisas se refiere. Los gobiernos de Hungría y Tailandia comparten una actitud crítica hacia el empleo de criptodivisas privadas, con propuestas y medidas para limitar su uso fuera del control estatal.
Para Tailandia esta es una cuestión central, siendo uno de los países del mundo con mayor índice de adopción de criptomonedas; se dice que un 6,5 % de los tailandeses las poseen o usan con regularidad (el 10 % de los usuarios de internet). Además, el país es objetivo prioritario de los criptoinversores del ancho mundo, el trading está disparado y lleva camino de convertirse en un hub blockchain de primer nivel mundial.
Desde la perspectiva de Hungría, por su lado, la industria de la tecnología financiera es un interesante nicho de negocio. Desde una perspectiva más ideológica, su situación enfrentada a la mayoritaria entre sus socios europeos (que no son partidarios de poner trabas al uso de criptodivisas privadas) lo empuja a buscar socios en el sudeste asiático, como ya hizo en Singapur el año pasado.
Visto todo esto, sea para la implementación de CBDC, para facilitar los pagos móviles o para dinamizar el comercio electrónico, entre otros objetivos, no resulta tan exótica esta alianza a caballo entre lo público y lo privado que busca posicionar a las organizaciones de los dos países en primera fila en cuanto a Fintech se refiere. Buena suerte.