Blockchain en la contratación pública en el Ayuntamiento de Las Rozas

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Si hay un espacio necesitado de transparencia, ese es el de la Administración pública en sus relaciones con el mundo privado; la contratación pública es un sujeto sensible (como diría un traductor automático). Total, que cualquier herramienta que ayude a controlar la asignación de gasto público (y no solo dirigida a la iniciativa privada), bienvenida sea. Ya se sabe, piensa mal…

Lo que nos trae hoy aquí es la contratación de proveedores que efectúa el Ayuntamiento de Las Rozas (Madrid). O sea, lo que viene siendo decidir a quién le compra los bolígrafos, cuáles, cuántos y por cuánto. Y quien dice bolígrafos dice sillas, ordenadores, farolas, hormigón, autobuses, etcétera, etcétera, etcétera. Aquí, la fuente.

Como suele ocurrir a estas alturas, hay precedentes. No tantos como quisiéramos, pero los hay. Hace aproximadamente un año la comunidad autónoma de Aragón sacaba pecho como institución europea pionera en adjudicación de contratos públicos, haciendo gala de la constante apuesta del ejecutivo maño por las tecnologías disruptivas.

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El consistorio de Úbeda es el Palacio de las Cadenas. Muy blockchain!

Más seguridad, más control, más transparencia

Técnicamente hablando, la blockchain está alojada en IBM Cloud, y se ha desarrollado en Red Hat OpenShift. En realidad son detalles, porque tecnológicamente la solución no es excesivamente compleja; lo interesante aquí es el ejercicio de responsabilidad cívica y ética que implica su puesta en marcha. Porque al gestor se le supone esa responsabilidad, pero si la demuestra, mejor.

El mecanismo también es maravillosamente sencillo, cual chupete 4.0. Las empresas solicitantes envían su propuesta a la plataforma, donde queda registrada en tiempo y forma; a partir de entonces podrán acceder a su dosier para subsanar documentación o lo que fuera menester pero sin modificar los datos introducidos previamente. Lo que viene siendo un registro inmutable, vaya.

De puertas para afuera este registro es todavía más importante, si cabe. Supongamos que viene ese típico ciudadano meticón queriendo saber qué ha pasado con tal o cual contrato, o diciendo que las condiciones en tal o cual adjudicación no fue limpia, o sospechando irregularidades en el proceso. Pues hala, ahí tienes, ciudadano, todo blanco sobre negro.

En todo caso, seamos honestos… Se puede seguir caciqueando y metiendo la mano de mil maneras distintas. Pero al menos, la implementación de herramientas como estas lo hacen un poco más difícil. Ahora nos toca ejercer la responsabilidad de vigilar al gestor público. A ver si lo hacemos.