Tres casos de ética mercantil basados en DLT

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A nadie que esté un poco familiarizado con la tecnología blockchain le extrañará leer que parece hecha a medida para trazar el recorrido de diferentes bienes y servicios a lo largo de la cadena de suministro. O sea, que es fácil saber qué se ha utilizado para fabricar qué, de dónde viene y cuándo se han producido las transformaciones.

En nuestro blog hemos tratado el asunto numerosas veces. Así, a botepronto, recuerdo el caso de Provenance para el rastreo de productos alimentarios, del consorcio Blocksafe Alliance en cuanto a armas se refiere y del trío IBM, Ford y LG referido al trabajo infantil en el cobalto. En realidad hay muchísimos más casos…

cadena de oro

Cada día más empresas intentan mejorar su imagen corporativa de una vez por todas ofreciendo a sus clientes una garantía cierta de que sus procedimientos empresariales son tan limpios como transparentes. Para ello, un sencillo escaneado de un código permite al usuario final obtener datos acerca del origen de las materias primas y los tiempos de transformación, transporte y almacenaje.

El prestigio y el nombre de una compañía puede verse irremisiblemente perdido si se descubren prácticas turbias, y es igualmente ventajoso mostrar y demostrar responsabilidad social y juego limpio. El sector del lujo es el que más tiene que perder y ganar. Estos son tres casos recientes que lo demuestran.

Diamantes, whiskey y ropa de lujo

¿Te suena William Grant? Llevan más de un siglo destilando whiskey y comercializando muchos otros alcoholes. El sector es, como os contábamos aquí, bastante sospechoso, y la vieja casa escocesa está dispuesta a mostrar que saben hacer negocios sin mancharse las manos. Qué mejor manera que mostrar a sus compradores todos los detalles acerca de la botella que están comprando.

En el caso de Alyx, la prestigiosa casa de moda, se trata de una cuestión similar: permitir a sus consumidores verificar el origen de sus materias primas, los lugares de elaboración de las prendas y su viaje a la tienda final. La marca es bien consciente de que eliminar suspicacias en los clientes en cuanto a malas praxis medioambientales y laborales es, a la larga, garantía de éxito.

El caso del Ministerio de Cultura y Ciencia ruso y Bitcarat es algo distinto. En este caso, es una iniciativa pública para rastrear el mercado de diamantes, desde la mina hasta el escaparate. Otro sector siempre bajo sospecha por diferentes razones (extracción ilegal, fraude, falsificaciones…) al que no vendrá mal un baño de confianza.