El mercado financiero de valores está teóricamente abierto a cualquier inversor, sea cual sea su talla. Y, sin embargo, todos tenemos la certeza de que es mucho más difícil hacer el primer millón que el segundo millón. No obstante, esto podría cambiar en el panorama actual, en que los valores están viviendo un proceso de tokenización acelerado.
Este es el punto de partida de la reflexión que presenta Jonah Schulman, experto en inversión en securities, en este artículo del que nos hacemos eco por la claridad y concisión de su exposición. Resumiendo mucho, viene a decir que el proceso de tokenización de los valores de cualquier compañía es algo seguro en los próximos tiempos.
Parece que, recién estrenada la era Biden, algo se mueve en el ámbito regulatorio estadounidense en este sentido (aunque todavía no está claro en qué dirección). Convendrá estar pendientes, si bien los cambios hacia una tokenización de los valores parecen inevitables a medio plazo. Hay otras señales, aparte de la opinión de Schulman, en esta dirección.
Convertir las acciones en tokens
En términos simples, la cuestión gira en torno a si los valores financieros y los productos derivados de los mismos tomarán la ruta de la digitalización en la forma de securities o no. Ello implicaría, grosso modo, un abaratamiento, ver democratización, del acceso a la inversión en títulos de valores.
Tres ideas esenciales al respecto: la tokenización implicaría facilidades para el fraccionamiento de las participaciones; simplificaría el acceso del microinversor a los mercados; y también traería consigo una “liquidación” de activos ilíquidos (verbigracia, el mercado inmobiliario).
Claro, qué nos va a decir el responsable de marketing de Security Token Market, una de las mayores plazas digitales de inversión en este ámbito… Sin embargo, esta opinión no es la única en este sentido, y hay otros muchos movimientos que permiten creer en esta “securitización” de las equities (ay, esto empieza a recordarnos el sexo de los ángeles…)
Para comprobarlo basta con echar un vistazo a las evoluciones del SIX Digital Exchange suizo (parecía algo remoto hace apenas un año) o a la puesta en marcha de herramientas de certificación para trabajar con productos derivados como la de la filial española de esta, BME, Be-DLT Prenda (puesta en marcha más o menos al mismo tiempo).
Si el proceso parece imparable, ¿a qué vienen las vacilaciones y las discusiones? Bueno, como en todo, conviene plantearse lo de quid pro quo, o en román paladino, seguir la pista del dinero…