El universo blockchain está en constante ebullición y la competencia entre plataformas es feroz. Uno, sea persona, animal, empresa o secta, puede optar por diversos ecosistemas para hacer lo que sea encadenando bloques, sea comprar bitcoins o adoptar gatitos virtuales. La tendencia de estas plataformas es a diversificar actividades siempre dentro del contexto DLT.
Inciso para los despistados que no sepan qué es DLT: la Distributed Ledger Technology (o sea, tecnología de contabilidad distribuida) es, poniéndonos absolutos, el gemelo (o algo así) de blockchain; el gemelo malo, diría yo, pero a lo mejor es mucho decir. Para informaros mejor, echad un vistazo a este post y, por eso de que citarse a uno mismo no lleva a ningún lado, también este otro.
Retomemos el hilo. En el proceso de diversificación de oferta de aplicaciones por parte de los peces gordos del universo blockchain están adquiriendo especial protagonismo IOTA y Ripple, viejos conocidos de este blog, como puedes ver aquí y aquí. Están ampliando mercado explotando al máximo las posibilidades de la DLT, pero de maneras muy distintas.
Dos estrategias con un mismo objetivo
En este interesante artículo, que ha inspirado lo que estás leyendo, se indica que ambas plataformas no están en trayectoria de colisión exactamente, pero sí compitiendo por ser la arquitectura DLT mejor desarrollada. Ripple es desde su origen una criptomoneda orientada al intercambio internacional que hace que SWIFT se quite el sombrero. IOTA es el líder indiscutible cuando hablamos del binomio blockchain-IoT (internet de las cosas).
¿Y qué? Pues que cada cual progresa con una estrategia distinta. Mientras Ripple apuesta por insistir y ampliar las posibilidades de su negocio habitual (la criptomoneda XRP) con una nueva aplicación móvil (MoneyTap), IOTA expande sus casos de uso más allá del diálogo entre máquinas y hacia sectores como la logística, la sanidad, la energía o la automoción.
¿Y qué, otra vez? Pues que eso ilustra las múltiples facetas de las tecnologías, mejor hablar en plural, centradas en las cadenas de bloques y la contabilidad distribuida. Estos dos gigantes del sector representan dos caminos distintos para llegar a un mismo destino: convertirse en la opción hegemónica para quienes quieran aprovechar las ventajas tecnológicas de última generación. Al fin y al cabo, de eso se trata, ¿no?