En el mundo del blockchain y las criptomonedas utilizamos la palabra “token” constantemente. Pero lo hacemos de forma general, como si solo hubiera un tipo, cuando realmente hay tokens fungibles y no fungibles. ¿Cuál es la diferencia? Vamos a verlo.
Qué es un token fungible (FT)
Los FT (del inglés Fungible Token) se caracterizan porque pueden fraccionarse. También sirven para intercambiarlos por otras cosas, incluso del mundo real. El ejemplo más claro lo tenemos en las monedas que vamos acumulando y que después podemos cambiar por recompensas. Además, permiten la transferencia a otros usuarios.
Normalmente están basados en el estándar de ERC20 o QRC20 y se emplean cuando se quieren emitir monedas digitales. Las criptomonedas como el Bitcoin, el Litecoin o el Ether son fungibles, pueden intercambiarse.
Qué es un token no fungible (NFT)
Por su parte, los tokens no fungibles no pueden dividirse ni cambiarse entre sí. Están basados en el estándar ERC-721, que permite crear tokens únicos.
Seguro que has oído hablar de HyperDragons o de CryptoKitties. Pues bien, estas aplicaciones utilizan NFT.
La parte buena de este tipo de token es que, como los activos son únicos, sirven para registrar una propiedad en una cadena de bloques con total transparencia y sin riesgo a que puedan ser manipulados o destruidos.
Son perfectos, por ejemplo, para rastrear la propiedad de un objeto valioso. O para certificar la autenticidad de una obra de arte. Información y valor quedan conectados. Otros usos que se están dando para los NFT son los accesorios que se pueden conseguir en los videojuegos y que pueden venderse en el mundo real.
Las entradas para el fútbol o para un espectáculo cultural también pueden convertirse en un token no fungible que da acceso al recinto y garantiza que no se trata de una falsificación.
Una de las últimas aplicaciones de NFT es ONTO, de Ontology. Se trata de una billetera de identidad digital que permite almacenar activos digitales.