Los instrumentos financieros DLT, bajo el imperio de la ley

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Todo lo bueno se hace esperar, dice el refrán. No sabemos si la espera será directamente proporcional a la bondad, pero lo cierto es que en este caso la espera ha sido bastante larga. El caso es que por fin se vislumbra de manera cierta la regulación de los instrumentos financieros digitales o criptoactivos. Viva y bravo.

El caso es que el anteproyecto de ley que regula la validez de los activos digitales está a punto de adquirir fuerza de ley. En lo que nos atañe, supone la plena aceptación de los instrumentos financieros emitidos a través de la tecnología de registro distribuido, la DLT: acciones, valores negociables, contratos de opciones, futuros o permutas, etc.

La institución reguladora de estos instrumentos financieros digitales será, cómo no, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, envuelta recientemente en cierta polémica debida a sus advertencias sobre los riesgos inherentes de las criptodivisas, que lógicamente se quedan fuera de esta regulación; están pendientes de lo que pase a nivel europeo con el MiCA.

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Un registro digital perfectamente legal

Queda así confirmada (¡por fin!) la validez de la DLT como registro mediante una sencilla modificación del concepto de “instrumento financiero”, incluyendo este método como uno de los posibles para considerar un valor negociable representado por un título o por una anotación en cuenta.

Hasta ahora era necesaria en cualquier negociación de valores la presencia de intermediarios que, si bien daban fiabilidad legal a las negociaciones y los intercambios, ralentizaban y encarecían todo el proceso. La plena aceptación de los tokens es un paso cierto hacia la descentralización (y tokenización, claro) de la economía.

Si bien esto parece solventar una situación de incertidumbre y facilitar la capitalización del mercado financiero, abre otra caja de Pandora, como se apunta en este artículo: ¿qué pasará con las instituciones de registro, compensación y liquidación (léase Iberclear para el caso español)? El registro digital que supone la DLT vendría a sustituir a este tercero de confianza; un proceso que parece ineludible.

Como decía el sabio, “a un amigo mío se le murió su abuela y le dio mucha pena”. Venía a querer decir que hay cosas que, nos gusten o no, terminan ocurriendo sí o sí. Las evoluciones tecnológicas caen claramente dentro de esa categoría de imponderables que pasan como un vendaval sobre la realidad, dejándola a veces irreconocible. Sea para mejor o para peor. Le pese a quien le pese.