El futuro es sigiloso: cuando queremos darnos cuenta, ya está aquí. Un buen ejemplo es el caso de las divisas digitales o CBDC en general, y de la e-krona suena en particular: una aplicación de la DLT o la tecnología blockchain que parece destinada a imponerse a medio plazo. ¿Estamos asistiendo al fin de la moneda física?
El banco central sueco ha emitido una nota de prensa informando de los resultados de la primera fase de pruebas de su e-krona, o corona digital. El titular sería que los resultados son prometedores, pero que todavía es necesario seguir con la investigación y las pruebas para comprobar su funcionalidad.
Estas pruebas se inscriben en el marco del desarrollo de monedas digitales basadas en tecnología blockchain en el que se encuentran implicados numerosos bancos centrales de diferentes países de todo el mundo, y que trae asociados numerosos dilemas y nuevas necesidades en los ámbitos tecnológico, regulatorio y de mentalidad.
Despacito y buena letra
Los suecos se muestran cautos en cuanto a los resultados obtenidos. Vienen a decir que existen posibilidades reales para la creación de una versión digital de su divisa nacional, pero que se requieren más testeos para comprobar su funcionalidad, particularmente en los pagos en el comercio minorista y sus magnitudes.
La e-krona tiene una corta pero intensa historia que se remonta a 2018 y cuyo último impulso en 2021 parece definitivo. La implantación de una moneda digital permitiría, según nos indican, robustecer el sistema de pagos a nivel nacional y ofrecer nuevas funcionalidades más eficientes que las de la moneda física. Se piensa particularmente en el comercio online, tanto minorista como en las grandes transacciones.
No obstante, aún está por definir cómo será exactamente la e-krona. Diversas funcionalidades son posibles, y decidir cuáles se atribuirán a este tipo de dinero determinará su forma real de almacenaje y contabilidad. La posibilidad de su uso offline es hoy por hoy el principal problema a resolver.
Lo que parece claro es que la e-krona funcionará en paralelo con el sistema convencional de dinero físico. O sea, que (¡tranquilos, apasionados de la numismática del mundo!) la corona sueca tangible no desaparecerá. Al menos, en un horizonte próximo.
Igualmente, parece evidente que el nivel de aceptación y uso por parte de la población del país escandinavo será alto. Un dato revelador: en 2020, solamente el 9 % de los suecos habían hecho su último pago en efectivo. La moneda física bien podría quedar reducida, al menos en esta parte del mundo, a un mero elemento de anclaje emocional.