El sector turístico es uno de los más desarrollados, tentaculares y valiosos de nuestro baqueteado planeta, y no decimos nada nuevo si afirmamos que cuenta con mucho margen de aplicación de la tecnología blockchain. Pero, ¿hay espacio para los tokens no fungibles o TNF en el turismo? En los hoteles, desde luego.
Estas eran hace casi cinco años las grandes líneas de penetración de la DLT en el negocio turístico: pagos simplificados, identificación de pasajeros, trazado de equipajes y programas de fidelización. Desde entonces hemos visto pagos con criptomoneda, turismo colaborativo, monitorización del patrimonio y hasta usos pioneros y más bien conmemorativos de NFT.
Como ves, ideas no faltan, y seguro que hay muchas más rondando las cabezas más privilegiadas del sector. Ahora, con los tokens no fungibles (qué es eso, aquí) en pleno apogeo, florecen los casos de uso. Este artículo de Hosteltur (excelente, como suelen ser) nos habla de tres iniciativas distintas para NFTokenizar las reservas de estancias. ¿De qué se trata exactamente?
TNF, unas gotitas de marketing y… ¡hop!
Empezamos por lo que parece el desarrollo más tangencial, el de este hotel de Los Cabos (México) en el que el TNF vehicula un programa de fidelización: un club cuyos miembros compran TNF a artistas locales y a cambio participan en sorteos de estancias, obtienen descuentos, etc. Sus responsables advierten que es un primer ensayo con esta tecnología…
Seguimos con el que podría ser el producto más canónico, el de este hotel de Nueva York. Bajo el eslogan “llévate a casa un trozo digital del Soho”, comercializa paquetes de tres y seis noches a tarifas reducidas y con ciertos beneficios (desayuno incluido, late check-out, detalle de bienvenida, etc.), válidos por un año y con fechas restringidas. Es el concepto NFTStays de SolidBlock.
Por último, el modelo más comercializable, tal vez: el de este hotel de La Romana (República Dominicana) cuyo TNF supone reservas con tarifas reducidas y experiencias premium (visita virtual, token conmemorativo) no reembolsables, pero que pueden revenderse o intercambiarse. Lo hace en partenariado con la plataforma especializada Pinktada.
Como ves, son tres ideas diferentes que emplean el concepto de no fungibilidad como encarnación de la exclusividad, lejos de los usos habituales de la DLT (trazabilidad, eliminación de intermediarios, pagos seguros, marketplaces, etc.). Si el valor que aportan es material parece ser, si no lo de menos, secundario. Lo exclusivo, ya se sabe, no siempre es tangible; ni necesariamente fungible…